-Últimamente, de la mano de una realidad que se deteriora día a día, se
vuelve a hablar del compromiso del escritor, de la poesía social…
-Cierto. El escritor, de entrada,
tiene un compromiso con quienes comparten con él existencia y con la propia
existencia; un compromiso a todos los niveles, que no se puede reducir a
aspectos meramente sociales ni, desde luego, soslayarlos. Olvidar todo esto nos
conduce a una literatura escapista, evasiva, sin médula, y al autor en un
simple vocero de la industria cultural, que, como todas las industrias, se
alinea por naturaleza con los poderes financieros y contribuye a la
manipulación de la sociedad, como bien apuntara Noam Chomsky. Sin que ello
signifique que se vaya a regresar a la poesía social de los años 50, entre
otras razones porque las condiciones objetivas no son exactamente las mismas ni
requieren por tanto una respuesta idéntica.
-¿Y hacia dónde va la poesía de Domingo F. Faílde?
-Acaso a ninguna parte, a un
viaje sin destino ni retorno posible, a una entrega al albur de la
historia. Sigo escribiendo, que ya es
bastante, y espero morir con la pluma en la mano. Soy consciente de estar creando
una poesía en fase terminal y, en este nuevo, definitivo ciclo tal vez, trabajo
actualmente en tres colecciones de poemas, quizás en otros tantos libros, que
ahondan en las actitudes y temas desbrozados en La mala letra. También en una colección de relatos, que profundizan
en las mismas ideas. Pero ¿tendré tiempo de hacer tantas cosas…? Eso nunca se
sabe y no importa además.
© Una entrevista
de Dolors Alberola para El callejón del gato.
© Imágenes e introducción de la autora.
Tanto las imágenes como los textos pueden ser reproducidos sin fines comerciales, indicando la autoría y procedencia de los mismos.
Jerez de la Frontera, 2012.-
© Imágenes e introducción de la autora.
Tanto las imágenes como los textos pueden ser reproducidos sin fines comerciales, indicando la autoría y procedencia de los mismos.
Jerez de la Frontera, 2012.-