-¿Existe todavía la salvación de
la palabra o estamos solamente abocados a su muerte?
-¿Salvación de la palabra? Aquí
no se salva ni Dios: lo asesinaron, ya lo dijo Blas de Otero. La poesía, en
efecto, parece malherida y es probable que siga así mucho tiempo, debatiéndose
entre el delirio, la fiebre y la disentería; pero, cuando el hombre, por pura y
desesperada necesidad, vuelva sus ojos a ese lenguaje que hoy abominan desde el
poder, descubrirá de nuevo la palabra, que no es la panacea, por supuesto, pero
sí la herramienta por antonomasia para forjar los hombres y mujeres su
dignidad.
-¿Qué verso te salvará del
olvido? Si tuvieras que elegir uno solo de este libro ¿con cuál te quedarías?
-Ni el verso más sublime
glorifica a un poeta la milésima parte que el cuerpo desnudo de la mujer –o el
hombre- que ama. No hay poema más bello que un buen revolcón.
-¿Qué es más fuerte, el amor a la
palabra o el deseo de éxito o esa frustración que se adivina en muchos de los
versos?
-Ni A ni B ni C…; tal conviene a
mi edad, el desengaño. Antes, al referirme al papel de los intelectuales –y el
poeta lo es- en la sociedad, cité a
Gramsci. Vuelvo a él para reafirmarme en la idea de que tan sólo el pensamiento
crítico puede salvarnos y encaminarnos hacia un mundo más libre, más justo y
más humano. El desengaño de lo existente es el punto de partida de esta acción
regeneradora.
-De volver a existir, si es que
se existe, ¿regresarías al camino de la poesía?
-Suele decirse y no sin cierta
dosis de razón que es la poesía la que elige al poeta y no al revés.
Personalmente, lo dudo y me remito al célebre endecasílabo de Lope de Vega: ¿Qué
tengo yo, que mi amistad procuras? La verdad es que mi dedicación a la poesía
dista bastante de la abnegación y ella, por su parte, no ha sido tampoco la
concubina ideal. Pero, ciñéndome a tu pregunta, respondo con la duda, pues creo
firmemente que sólo se vive una vez y que, si se nos dejase volver a las
andadas, buscaríamos la felicidad, cuyo camino es otro y conste que no sé cuál.
El hombre escribe poesía porque es infeliz.