"...la historia pasará un rodillo demoledor sobre esta época"


-Sitúate en el ranking actual.
-Ranking… ¡qué palabra más fea! La poesía española es, desde hace varias décadas, como esas carreras populares que organizaban los ayuntamientos, a imagen y semejanza de la Sansilvestre vallecana: un pelotón, a ritmo de waka-waka y contrapunto de vuvuzela en do menor sostenutto con fondos públicos… Bueno, pues ahí voy, agitando los brazos cuando me enfoca la cámara…     

-¿Algún poeta actual con carácter universal?    

-La pretendida universalidad de la poesía es un mito. A Góngora, no lo conocen en Portugal. Virgilio, en China, es un desconocido. ¿Cuántos españoles han leído a Propercio? La lista, desde luego, continúa. Para colmo, la tan traída y llevada globalización solamente ha universalizado la dictadura del dinero, intrínsecamente incompatible con la poesía. Pero, recogiendo el guante de tu pregunta, la respuesta es muy fácil: no, no hay ninguno, y no porque carezcan de valores, sino porque la propia sociedad tiende a ocultar a los que destacan y proscribe cualquier discurso no homologado, que escape a su control. En un contexto así, no es de extrañar que los futbolistas o algunas estrellas del cine y la música sean los ídolos de una multitud con hambre de moda –que es el sucedáneo descafeinado de los cambios sociales- y esclava de la imagen, como expresión –aséptica, tan sólo en apariencia- del poder mediático. Como ocurrió en el mundo romano, tras la caída del Imperio y hasta la institucionalización de los reinos bárbaros, la historia pasará un rodillo demoledor sobre esta época. Y eso, sin duda, gana la humanidad.    

-¿Poesía femenina? ¿Qué significa eso para ti?    

-La poesía, y eso lo sabes bien, no se escribe con la entrepierna, sino con el cerebro. En este sentido, la poesía femenina no existe, como tampoco existe la masculina. Hay poetas y punto, desterrando, si es posible, ese absurdo e inútil femenino, poetisa, que suele denigrar a la mujer que escribe. Sin embargo, no ignoras que, a la hora de la verdad, esas antologías que la crítica aplaude y asume la Universidad son eminentemente masculinas, síntoma inequívoco de que, en literatura, como en otros espacios del común, la mujer sigue siendo la gran discriminada. Decía Carlos Marx que el ser social es el determinante de la conciencia; si el burgués piensa como burgués y el proletario como proletario –según el esquema clásico-, la mujer, necesariamente y mientras no se alcance la absoluta igualdad entre hombres y mujeres, ha de pensar como mujer. Y esto, como es lógico, se refleja en la literatura de muchas maneras: a esa presencia de género en el discurso es a lo que llamamos poesía femenina. Desde esta perspectiva, no siempre equilibrada, desde luego, las mujeres han aportado a la literatura nuevos puntos de vista y nuevos códigos expresivos que, con el paso del tiempo, están llamados a constituirse en herencia clásica. Por lo demás, y descendiendo a un orden más pedestre, sin igualdad es imposible la libertad y sin ésta nada tiene importancia. Así de simple.